Cómo aprendí a ser emprendedora

Me considero una persona emprendedora. Desde muy joven inicié proyectos y “negocios” en los que pude poner a prueba muchas habilidades, aprendiendo mucho más de lo que imaginaba en aquel momento y de lo que me ofrecían los libros de texto y las clases en el colegio, cuyos maestros intentaban hacer significativas y prácticas con las mejores intenciones, pero con poco éxito.

Entre los muchos inventos que implementé, recuerdo haber vendido yaniqueques en la acera luego de prepararlos con entusiasmo en nuestra cocina; el excelente negocio de galletas y brownies que vendía a mis compañeras del colegio y que me permitía regresar con los bolsillos llenos de efectivo a mi casa; y la pequeña “fábrica” de lazos para el pelo que montamos con apoyo de mi mamá y que vendíamos como pan caliente, tanto a mis compañeras como en tiendas prestigiosas de ese momento. Mi mamá cosía las telas, mi hermana y yo armábamos los lazos, cosiéndolos en los ganchos de forma creativa. Nos encargábamos de seleccionar las telas, cortarlas, coserlas, asegurarlas bien en los ganchos, verificar calidad y hacer la labor de venta. En fin, toda una experiencia de crecimiento y de unión familiar que hoy puedo valorar por su aporte a mi capacidad creativa y al desarrollo de mi espíritu emprendedor.

Poco tiempo después de graduarme del colegio y ya como estudiante de educación en la Universidad fui empleada en un centro educativo, organicé y dirigí mi primer campamento de verano para niños pequeños gracias a un grupo de madres que confió en mi con sólo 20 años de edad. Actualmente este campamento tiene más de 20 años realizándose con éxito y es uno de mis proyectos más importantes.

Pero no sólo he podido ser emprendedora con mis propios negocios y proyectos, sino también como empleada en los distintos lugares donde he laborado. Y esto es importante aclararlo, pues muchas veces creemos que ser emprendedor consiste en iniciar y manejar un negocio propio y esto no es así. Nuestras competencias emprendedoras se pueden desarrollar en cualquier lugar, incluso en nuestra familia. No importa donde estemos, siempre hay oportunidades para crear, mejorar procesos o productos, identificar y responder a necesidades, en fin, de emprender y aportar. Y esto a su vez trae grandes beneficios y reconocimientos que permiten crecer y destacarse en la empresa. El haber pasado por distintas instituciones y empresas como empleada me permitió prepararme y comprender mejor el funcionamiento de los equipos y organizaciones, desarrollando competencias que no habría sido fácil desarrollar si hubiera iniciado mi proyecto sin estas experiencias.

Hoy tengo mi propia empresa y, aunque no es fácil pues se asume otro nivel de compromiso y responsabilidad, es una aventura maravillosa en la que he podido aprender, crecer y enfrentar retos junto a mi equipo, viendo los frutos del esfuerzo y la dedicación. Es una decisión que se toma cada día cuando uno cree y está comprometido con una misión. En nuestro caso, la misión es formar y asesorar, facilitando experiencias innovadoras y prácticas de crecimiento, aprendizaje y desarrollo de competencias en el ámbito educativo.

¿Qué factores considero han sido fundamentales para desarrollar mis competencias emprendedoras?

  • La necesidad y el deseo: Es el “motor” que te lleva a arrancar y hacer algo nuevo, diferente, único, tuyo. Es una fuerza interior difícil de describir pero también difícil de ignorar, pues cuando la tienes, nadie ni nada te detiene. El deseo de compartir con otros lo que uno hace o logra, te lleva a desarrollar el emprendimiento de manera natural.
  • Apoyo de otros: En mi caso, mi familia nunca limitó mi potencial ni mis deseos de hacer cosas. Todo lo contrario. Convertimos ideas en proyectos reales en los que todos participamos y ayudamos de una forma u otra. Esto fortaleció mi autoconfianza y mi autoestima, así como mi capacidad de enfrentar retos y aprender de los errores. No hubiera sido igual si hubiera estado sola.
  • Vencer el miedo: Esto suena fácil pero no siempre lo es. De una forma u otra, todos hemos sentido miedo y es necesario muchas veces para prevenir o evitar problemas. Pero, vencer el miedo es fundamental, siempre y cuando no estemos exponiéndonos a situaciones peligrosas que atenten contra nuestra integridad física, mental o emocional.
  • Resultados y logros: De no haber experimentado logros o no haber obtenido resultados al iniciar cada proyecto, habría sido difícil sentir la motivación para continuar, perseverar y vencer los obstáculos.
  • Retroalimentación: Vamos probando y verificando a partir de las respuestas del cliente y, esto, a su vez, te llena de satisfacción, deseo de mejorar y crecer. Es muy importante escuchar la opinión de aquellos a quienes ofrecemos nuestra idea, servicio o producto.
  • Práctica, práctica, práctica: Emprender implica poner a prueba todas nuestras habilidades, conocimientos, actitudes y valores. Requiere de mucha práctica, aprender por ensayo y error, probar de nuevo, modificar tantas veces sea necesario. Jamás darse por vencido.
  • Perder la vergüenza y arriesgarse: Siempre digo que hay que perder la vergüenza y creer en su idea, salir de la zona de confort y dar a conocer lo que haces, pedir ayuda y vender. Lo que no podemos es salir a presentar algo o iniciarlo sin preparación y verificación. Tomar riesgos es necesario y hay que lanzarse luego de medir y tomar en cuenta todas las variables y factores (aunque a veces surgen algunos que no estaban previstos).
  • Actualización continua: No podemos darnos el lujo de quedarnos estancados con lo que aprendimos hace años. Es necesario estudiar continuamente, buscar información, aprender algo nuevo cada día sobre nuestra área o tema de especialidad para ser más creativos y tener nuevas ideas que se pueden implementar. Mucho ya está inventado y está en nosotros aprovecharlo, adaptarlo, hacerlo nuestro y ponerle nuestro sello.
  • Exigencia y compromiso con la calidad: Hemos escuchado que lo perfecto es enemigo de lo bueno, pero cada vez más es necesario diferenciarse. La competencia es mayor cada día y un sello importante es el compromiso con la excelencia. Esto no se puede negociar.
  • El servicio: Un papá de mi campamento, especialista en certificación de calidad, me comentó un día que estaba impresionado con nuestro enfoque en el servicio y me felicitó por esto. Nada sustituye el trato personalizado, la atención y respuesta, la disposición para ayudar y asegurar una experiencia inolvidable con tu idea, proyecto, producto o servicio.

Como madre y educadora reconozco la importancia de nuestro rol para promover y desarrollar las competencias emprendedoras en nuestros jóvenes. Esto no se logra si les damos o resolvemos todo o si limitamos o criticamos sus ideas y propuestas. Comencemos por modelar, motivar, facilitar y apoyar.

Eduquemos para el desarrollo del espíritu emprendedor…

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