NAVIDAD Y DUELO

La navidad es para muchas personas  la época más hermosa y esperada de todo el año. La navidad trae reencuentros con seres queridos que viven en otras tierras, es en la navidad donde se realizan nuevos propósitos personales para el año próximo, y cuando muchos deciden perdonar agravios y reconciliarse con amigos y familiares.

No obstante muchas veces en medio de las celebraciones, compra de regalos y aturdimiento entre tanta algarabía  se nos olvida que existen personas que están viviendo pérdidas muy recientes de diversa índole. La reacción natural de muchos es  tender a alejarse de estos dolientes por no saber qué hacer o decir o simplemente porque no quieren dejarse “contagiar” de la tristeza.

Si en una familia se ha vivido o se vive un  duelo en medio de la navidad, lo más recomendable es que entre todos se dialogue como cada uno quiere que se manejen los días difíciles como son: la cena de nochebuena, la despedida del año, entre otros momentos significativos que puedan coincidir como fecha de cumpleaños y aniversarios. Entre algunos de los temas que se deben ventilar podemos mencionar si se está de acuerdo  en decorar la casa para la navidad o como y donde se van a pasar las fechas significativas mencionadas. En estas conversaciones se deben tomar en cuenta las edades de los niños y como estos de acuerdo a su etapa de desarrollo cognitivo comprenden el duelo. Al igual que los adolescentes que si bien por su desarrollo mental pueden comprender mejor lo que es un proceso de duelo, carecen de la madurez emocional para manejarlo adecuadamente y deben ser guiados por los adultos cercanos.

No existe una fórmula o recomendación especial de lo que  está correcto o incorrecto en estas fechas, pero sí sabemos lo que hace daño: esconder los sentimientos y/o evadirlos en alcohol, abuso de sustancias, compras compulsivas… bajo la observación callada de familiares y amigos  que muchas veces juzgan estas conductas como irresponsables e insensibles. 

Muchas personas deciden pasar estas fechas fuera de la ciudad o en otro país, si ésta es una decisión apoyada por todos los miembros de la familia no es contraproducente. Lo que sí es importante  donde quiera que se encuentre la persona y su familia es dedicar un momento cuando todos estén juntos  para recordar al ser querido que partió en el año, haciendo si posible un pequeño ritual informal incluyendo siempre a los niños de todas las edades.  

Ejemplos de rituales informales serían: contar anécdotas vividas con el ser querido que ya no está, recopilar un álbum con fotos de momentos compartidos, cantar o escuchar una canción que le gustaba a la persona, leer una reflexión, un poema, compartir una oración especial, preparar comidas que se solían disfrutar.  El mensaje que queremos transmitir  es que no se deben vivir estos momentos como si nada hubiera pasado, en una negación de la realidad, pensando que  va a ser menos doloroso;  si estas actividades nos traen nostalgia o deseos de llorar, eso no hace daño, peor es” tragarse” la pena que luego va a reflejarse en nuestro cuerpo en muchas manifestaciones físicas. 

Hay muchas personas que no han visto morir en el año a un ser querido pero que sí han tenido situaciones difíciles como: separaciones o divorcio, diagnóstico de una enfermedad, o situación de salud delicada, quedarse sin trabajo…también estas personas necesitan ser comprendidas y respetadas en su duelo.

Lo que más ayuda en estas situaciones de crisis personales es el apoyo sincero de los demás,  estar presente no para que la persona haga lo que nosotros queremos, ni imponerle que debe divertirse, y olvidar su tristeza o infortunio, todo lo contrario, esto lo que hace en los dolientes es preferir estar solos para evitar las demandas de los demás de que debe “estar bien”, ante todo debemos respetar el ritmo de cada persona para vivir su proceso de duelo.  

 Es importante que aprendamos a desarrollar la empatía y la compasión hacia el otro que está atravesando una situación dolorosa y difícil; sabemos que vivimos en una cultura que niega la  pena, que propicia la risa aunque se desee llorar enmascarando la tristeza, que invita al embotamiento de los sentidos para aturdirse y no pensar. Nada de esto a la larga va a ayudar,  es necesario permitir un espacio de silencio, de instrospección y un estar presente sin demandar que se haga tal o cual cosa. Si profundizamos en esta actitud de querer que los demás no hablen de sus sentimientos, acaso no estamos con esto también escondiendo nuestros propios duelos? 

Por último no podemos dejar de lado el momento que nuestro país está viviendo, se podría decir que en estos meses hemos vivido muchos duelos colectivos: muertes de personas por delincuentes, homicidios de muchas mujeres de parte de sus parejas, muertes trágicas por suicidio, accidentes y desastres naturales.  Asimismo cada año conlleva mucha incertidumbre en las personas, por ejemplo temor de perder el trabajo, nuevas deudas que se hicieron en navidad y no saber como enfrentarla, todo esto trae incertidumbre, temor del futuro así como no menos importante la inseguridad ciudadana, el temor de ser presa de delincuentes o temer por los hijos. En conclusión estamos viviendo muchas situaciones de pérdidas reales e intangibles que nos dejan huellas sicológicas que aunque no nos percatemos conscientemente repercuten en nuestro bienestar.

Que podemos hacer? El trabajo tiene que ser primero individual. Revisar como estamos viviendo el día a día, qué actividades podemos realizar que nos puedan ayudar a mantener la calma interior, cada persona deberá buscar en sí mismo lo que le resulte  significativo para lograr estos objetivos.   Es esencial dormir bien, alimentarse adecuadamente, no querer abarcar más de lo que podemos hacer en el trabajo o en las responsabilidades cotidianas, compartir con amigos,  estar en silencio, en contacto con la naturaleza, mantenerse en el aquí y ahora, son estrategias importantes que nos ayudan.

En cuanto a lo colectivo, ver respuestas firmes de las autoridades para lograr mayor seguridad en nuestras calles, fomentando la confianza, para vivir en una comunidad más solidaria y por supuesto seguir educándonos para que aprendamos a manejar la violencia en la familia, la escuela y la sociedad en general.

Rosa Mariana Brea Franco

Psicóloga Clínica, terapeuta de duelo

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