Mucha tarea, alumnos cargados y pocos resultados

Por Margarita Heinsen

Muchos padres y educadores no conciben la experiencia escolar sin tareas para la casa que requieran un trabajo adicional por parte de los estudiantes. Esto debido a la creencia de que la tarea cumple una función importante en el aprendizaje y en el desarrollo de la responsabilidad, permitiendo a los niños y jóvenes practicar sus nuevas habilidades. 

Sin embargo, también escuchamos muchas quejas de los padres con la cantidad y el tipo de tarea que asignan a sus hijos, alegando que requieren de tiempo, de su participación o de una lucha en el hogar, sacrificando otras actividades o experiencias necesarias y enriquecedoras. 

Según el autor Alfie Khon, no hay evidencia de que la tarea mejore los aprendizajes de los estudiantes y no todos los estudiantes necesitan practicar o desarrollar lo mismo al mismo tiempo. Sería saludable preguntarnos si la tarea que se asigna es pertinente y responde a las necesidades reales de cada estudiante y del grupo. Para esto sería necesario diferenciar y asignar diversas tareas y no sólo una para todos, dependiendo de la intención pedagógica. 

Y la intención pedagógica juega un papel fundamental, ya que dependiendo de lo que se desea que logren los estudiantes se debe diseñar la asignación. No debe ser simplemente para que hagan algo y se mantengan ocupados, muchas veces saturados de trabajo, realizando ejercicios muy difíciles para algunos y muy fáciles para otros.

Sería ideal que los docentes se pongan de acuerdo al asignar tareas para sus respectivas asignaturas, evitando cargar al estudiante y tomando en cuenta las demás tareas de otros docentes, impactando de manera positiva en su motivación. 

Para lograr que las tareas realmente tengan sentido y aporten al aprendizaje, se debe asumir otro enfoque y se deben establecer acuerdos y políticas en los centros educativos, siempre partiendo de las necesidades e intereses de nuestros estudiantes y velando por su bienestar. 

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